Cabas es sensible y lo transmite en su diáfana conversación. La profundidad en sus criterios, al igual que las aguas caribeñas que bordean su natal Barranquilla, hacen de este joven cantautor un orador coherente que cuenta sus experiencias -tanto musicales, como las más amorosamente tormentosas- con la avidez de un niño.
Se fue a Paris y en sus calles se nutrió de los sonidos callejeros, de las madrugadas frías y de mirar en los adoquines azules los primeros reflejos del amanecer.
Cuando llegó a New York visitó centros nocturnos donde no falta el talento más agudo y compartió con sus visitantes.
Y así ha crecido Cabas, uno de los juglares más representativos de Colombia y un compositor con mucho que brindar. Está enriquecido por las raíces de su tierra, por el talento para crear que le surge como algo inevitable, y la inteligencia para saber, que siempre se puede más.